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Todos somos influenciadores

Existen dos clases de personas actualmente: los que quieren ser influenciadores (youtubers, instagramers, bloggeros… cualquier cosa de esas), y los que los odian. Pero, ¿y qué es un influenciador? ¿De dónde salió eso? ¿Por qué les pagan tanto?

Antes de hablar de definiciones de Wikipedia o gurús del marketing digital, pensemos en cuando llega nuestro compañero de trabajo con un tinto y el olor nos hace antojar, entonces nos paramos y vamos por uno. O… en cuando éramos niños y veíamos a nuestros hermanos escuchando a su artista favorito y nosotros resultamos escuchando lo mismo. Los influenciadores siempre han estado ahí y no han necesitado miles de seguidores.

“A veces, si quieres cambiar la forma de pensar de un hombre, debes cambiar la forma de pensar del hombre sentado junto a el.” Megan Whalen Turner, The King of Attolia.

Entonces, sí: todos somos influenciadores, tengamos o no miles de seguidores o así hagamos parte de la segunda clase de personas de las que hablamos al principio. Odiándolos o no, es innegable el impacto que tienen los influenciadores digitales (digámosle así para diferenciarlos, ya que ahora sabemos que nosotros somos influenciadores también), desplazaron a la TV o a la Radio cuando de pautar se trata. Y no podemos controlar que se vuelvan tendencia a diario por sus fotos, videos, escándalos… y en el mejor (pero el más escaso) de los casos, por su contenido de calidad.

Hay algunas preguntas claves que hacerse al momento de pensar en ellos ¿Todos sirven para lo mismo? ¿Todos son iguales? Para responder estas preguntas veamos:


Entonces bajo los conceptos de Relevancia y Alcance analizar para qué son útiles y partiendo de eso, si se ajustan a lo que buscamos. Hay tres clasificaciones principales, aunque existan muchas más:


- Viralizadores: Muchos seguidores e interacciones. Artistas, celebridades.

- Relevantes: Buen número de seguidores y credibilidad. Nos podemos relacionar a ellos.

- Expertos: Cuentas temáticas, exclusivas, con un tinte comercial.


Bajo estos dos conceptos podemos comenzar el proceso, bien sea de trabajar con un influenciador o comenzar a crear nuestra estrategia de influencia. Lo más importante no es el número de seguidores, lo más importante es que sirvan al propósito definido para la marca.

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